Mi experiencia con Ekpa’palek (1ra parte)

Estas últimas semanas me he sentido feliz y optimista por mi futuro.

Desde siempre me ha interesado estudiar la naturaleza y proteger a los animales. Cuando decidí estudiar veterinaria, no pensé que mi presente sería lo que es hoy. Últimamente, he pensado que he sido bastante afortunada en haber experimentado diferentes tipos de trabajo.

Cuando me he sentido muy cómoda en alguno, yo sentía la necesidad de buscar nuevas oportunidades. Sin embargo, mi bichito siempre ha sido poder estudiar en el extranjero y regresar a mi país para contribuir con él.

Durante el último semestre de mi carrera, tuve la increíble oportunidad de hacer este sueño realidad pero quería ir por algo más ambicioso: estudiar un posgrado. Considero que este tema es algo sensible para mí porque he invertido tiempo y recursos para lograrlo. Tuve experiencias de aprendizaje y expectativas…como muchos. No he renunciado a eso. Lo que aprendí realmente fue a ser resiliente y valorarme en muchos aspectos. Mi autoestima ha evolucionado y este año 2019, donde he vivido experiencias de todo tipo, tomé la decisión de intentarlo nuevamente (realmente nunca dejé de intentar pero durante un tiempo descansé y disfruté mi presente).

¿Porqué hago esta introducción tan larga? Bueno, quiero diferenciar que para mí lo más valioso era ganar una beca que cubriera mis estudios y mis estipendios más que postular a una universidad. No quiero decir que postular a una universidad es fácil (al contrario! toma su tiempo), pero en mi caso, las oportunidades que se me presentaron requerían necesariamente de una beca de estudios. Entonces, aquí entrar a tallar Ekpa’palek. Habiendo decidido que quería estudiar un doctorado. Me contacté nuevamente con mi amiga Charlene Vega, quien la última vez que habíamos conversado, le conté de manera extendida mis ideas de investigación. Ahora ella era mentora de Ekpa’palek y decidí contactarla mediante esta plataforma. Esa sesión que tuvimos fue buena, me llevé información y definí la orientación que quería tener en mi investigación doctoral. El hecho de ser colegas y que ella haya ganado becas para estudios de posgrado así como tener información real de la vida de un estudiante de doctorado me hizo apreciar muchísimo sus conocimientos. Tuve la fortuna de conversar con más colegas de la universidad americana donde Charlene estaba estudiando y me convencí realmente que yo quería estudiar un doctorado.

Luego, entre esas búsquedas de internet, me topé con Rossana Maguiña, quien también era mentora en Ekpa’palek. Vi y leí muchos de sus vídeos y publicaciones en redes sociales sobre la vida del doctorado. Me sentí identificada con muchas cosas que contaba porque también es bueno mostrar de vez en cuando que no todo siempre serán aciertos. Eso se sabe, pero pocos lo muestran o lo cuentan. Así que me animé a escribirle por esta plataforma y tuvimos una linda conversación hace dos semanas. Me quedé con una sensación muy positiva. Pude esclarecer muchas dudas sobre las becas de estudio y de investigación. Incluso me he sentido con muchas ganas de escribir mi investigación con ideas más definidas.

Al inicio conté que había decidido estudiar un doctorado. Actualmente me encuentro en preseleccionada a un programa y en paralelo he fichado otras universidades de mi interés en el extranjero (por si no tiene éxito esta postulación aunque estoy muy optimista que no será así). He podido revalidar con éxito mi examen de inglés académico y me he trazado metas y estrategias para continuar con este sueño.

Aún hay experiencias que deseo vivir y Ekpa’palek ha sido de mucha utilidad para conocer mentores muy abiertos y accesibles a contarme sus experiencias. Personalmente, considero que tengo ese mismo espíritu de ayudar a más jóvenes en conseguir sus objetivos de vida a través de mi experiencia y conocimientos. Por lo tanto, hablar con Charlene y Rossana ha sido muy enriquecedor para mi vida profesional.

Finalmente, cierro este blog con la primera idea que empecé a escribirlo: felicidad y optimismo. No dejen de luchar por sus sueños (aunque suene cliché), formulen estrategias y sigan adelante. A quienes me leen les puedo decir que me llevo muy buenas experiencias de Ekpa’palek, lo recomiendo mucho y sin duda volveré a escribir cuando esté dando mi siguiente paso.

Tania

 

¿Qué son las Becas Eisenhower y cómo me convierto en fellow?

Las becas Eisenhower ofrecen tres programas internacionales por año dónde seleccionan un total 60 a 70 líderes mundiales para llevarlos a los Estados Unidos para seguir un programa intensivo de seis semanas donde cada líder se reúne con un promedio de 40 a 50 líderes y expertos en diferentes partes del país (alrededor de 10 ciudades distintas). Todos los programas comienzan y terminan con seminarios en Filadelfia, los cuales brindan oportunidades de diálogo con expertos en diversos campos, interacción con los becarios que radican en los Estados Unidos, tiempo para la reflexión y talleres diseñados para ayudar a los becarios a progresar en sus proyectos individuales.

¿Cómo me convierto en un/una Eisenhower Fellow (EF)?

Estate atento a la apertura de las postulaciones siguiendo la página web. La organización busca líderes innovadores que están comprometidos a lograr un cambio real y tener un impacto positivo en sus países y en toda la región. Cuando postules demuestra estos aspectos y describe cual es el proyecto que te gustaría realizar y que es lo que ya has estado haciendo para lograrlo. Durante la entrevista: relájate, se cordial y demuestra que tienes las habilidades y la personalidad para lograr tu proyecto.

¿Quiénes fueron seleccionados este año?

Este año, las Eisenhower Fellowships han seleccionado a 23 líderes en ascenso para su programa de becas de América Latina y el Caribe – otoño 2019. Estos innovadores becarios provienen de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Jamaica, México, Paraguay, Perú y Venezuela, y representan una amplia gama de campos públicos, privados y sin fines de lucro.

«Estos líderes excepcionales de todo el hemisferio están llegando a los Estados Unidos en un momento de gran perturbación política, económica y social en toda la región y en todo el mundo». Estamos entusiasmados de ayudarlos a expandir sus horizontes profesionales y personales y aplicar lo que aprenden en compañerismo para mejorar sus sociedades» dijo el presidente de Eisenhower Fellowships, George de Lama.

¿Puedo beneficiarme directamente de los EF de este año?

Sí! Ursula Harman (seleccionada Fellow de Perú) es mentora en Ekpa’palek!!!!!, lo cual significa que la puedes contactar y hacer mentorías gratuitas con ella vía nuestra website: http://www.ekpapalek.com apenas vuelva de su fellowship al finales de este año. Ursula desarrollará un programa de gestión de residuos basado en innovación, con el objetivo de encontrar nuevas soluciones a este problema mediante la incorporación de grupos excluidos el proceso de toma de decisión. Espera reunirse con agencias estadounidenses e internacionales. involucrado en la implementación de programas innovadores de gestión de residuos.

La fundadora y directora del programa Ekpa’palek, Clarissa Rios, también fue seleccionada! Su proyecto está enfocado en la promoción de evidencia científica de calidad para la formulación de políticas públicas: ¿más científicos y científicas asesorando gobiernos en Latinoamérica sería un empuje a nuestras democracias verdad?

Clarissa estará compartiendo su aventura via sus redes sociales en Twitter (@Clarissajaz) y también vía Instagram (@being_a_scientist_is_cool).

Programa de 12 ciudades a visitar en Estados Unidos de Clarissa

No te olvides de postular en la siguiente convocatoria!

Equipo Ekpa’palek

¡Combinado, por favor!

Hace algunos años, siendo más joven, sin empleo, en una ciudad de los andes peruanos llamada Ayacucho, solía ir algunas veces a comer en el mercado local. Los lugareños menos pobres, solían llamar ese lugar «el agachado», porque se suponía que las personas «de bien» que tenían un salario iban a los restaurantes de la ciudad a comer los mismos platos. Mientras tanto, aquellos que comíamos en el mercado popular agachábamos la cabeza cuando algún amigo o conocido nos reconocía comiendo en ese lugar, como si estuviéramos avergonzados de no tener dinero o de comer pagando menos por esos alimentos, por cierto bien sabrosos. La comida siempre estaba caliente y para no arrepentirme por escoger solo un plato solía pedir «combinado, por favor», que era una mezcla bastante multicolor que siempre me dejaba satisfecho y, consecuentemente, feliz. Esos puestos de comida del mercado solían congregar personas representativas de la sociedad local: (sub) empleados, estudiantes, borrachos, albañiles, desempleados y gente de los más diversos orígenes y ocupaciones, todos reunidos en la comunión de la carne (de cuestionable procedencia pero sabrosa) y del espíritu (el estómago). Todos los comensales, cabizbajos o no, conviviendo en la más espontánea armonía, coexistiendo pacífica y fraternalmente por algunos minutos de alegría. 

Estos recuerdos me acompañan cada vez que pienso en las vueltas que fue dando mi vida, esas travesías por otros territorios donde muchas veces también conseguí ser feliz. 

¿En qué se relacionan estos recuerdos con mi vida posterior? Simple, la adaptación a nuestro entorno mostrando empatía y respeto a los demás es siempre un desafío posible.

A esta altura de mi vida me da mucho orgullo tener un grupo de amigos increíblemente diverso, amigos verdaderos que me ayudan a crecer aún cuando solo me cuentan una broma para enfrentar con humor el tedio cotidiano o simplemente me escuchan aunque divergen de mis actitudes o comentarios. En varios países he conseguido cultivar, no sin esfuerzo, amistad sincera y constructiva con personas que no necesariamente son como yo, con muchos de ellos aún tengo «serias» (nunca insalvables) divergencias culinarias, políticas, religiosas o de cualquier matiz; no obstante, nos une el respeto recíproco que sentimos como seres humanos. Créanme, hay amigos que son familia por mérito propio.

Lamentablemente crecemos reforzando ciertos estereotipos, alimentados por la ignorancia, los cuáles nos han llenado la cabeza de mierda (literalmente), ciertas ideas que hemos normalizado socialmente como inofensivas pero que tienen evidente fondo racista, fóbico (en todas sus variantes) y sobre todo intolerante.

Solemos ofendernos con las diferencias, con la diversidad, cuando deberíamos alegrarnos porque desde cualquier perspectiva racional mezclarse es una ventaja adaptativa. No, querid@s compatriotas, nuestra comida no es la única sabrosa en el mundo, nuestra hospitalidad también la practican otros grupos humanos en los lugares más recónditos de este planeta, no somos los únicos que expresan creatividad ante las adversidades, así como no somos los únicos que quieren lo mejor para su familia o la sociedad. Apenas somos un país que aún no aprendió a aceptarse más allá de sus divergencias para disfrutar ese mosaico fantástico de vida y desafíos comunes que somos nosotros.  

Cuando salí por primera vez del Perú comencé a extrañar los sabores y ambientes con los que crecí, pero una vez que conseguí repensar, desaprender y desandar mis apegos culturales y limitaciones sociales fui capaz de sentirme nuevamente feliz con otros sabores, sonidos y grupos humanos.

Fue entonces que descubrí algo tan obvio como que no somos los únicos que queremos comer bien y progresar, sino que cada grupo social tiene un sinnúmero de cosas buenas que ofrecer si los aceptamos con genuino respeto y empatía. No importa si se trata de comida, política, religión, ciencia o cualquier otra manifestación social, lo importante es que detrás de todo eso existen seres humanos que respiran, aman y mueren persiguiendo sus sueños. He tenido la suerte de que mi vida está siendo constantemente colonizada por gente extremamente diversa, no solo en su procedencia geográfica, sino en su maravillosa naturaleza humana, a ellos me unen lazos verdaderos que hoy intento cuidar con esmero, con la paciencia de un jardinero para que puedan dar frutos y flores. 

¡Qué maravillosa fuente de conocimiento, inspiración y alegría son las personas!, pero si nos encerramos en la creencia ridícula de que solamente lo «nuestro» es importante perderemos el contacto con ese jardín de gente que nos enseñará, día tras día, de forma simple, que el racismo es una porquería (eso mismo), que las fobias sociales son una peligrosa aberración del intelecto, que no debemos ser tolerantes con la intolerancia (la célebre paradoja de la tolerancia). 

Únicamente si nos aventuramos más allá de la falsa seguridad que representa estar rodeados sólo por lo que nos es familiar conseguiremos entender mejor nuestro mundo. Es necesario vencer las barreras del idioma, edad o posturas políticas, intelectuales, sociales o étnicas para no sucumbir a nuestros localismos empobrecedores.

El mundo espera por nosotros y todo lo que hagamos para mejorarlo será benéfico para nuestro país también. Quedarnos en un solo lugar no nos permitirá tener diferentes perspectivas de nuestros propios problemas como nación y cuando hablo de salir de nuestros lugares no digo solamente salir de nuestro país, me refiero también a movernos de nuestras ciudades, de nuestras casas, para mezclarnos con gente diferente, para poder expandir nuestra aceptación de las divergencias, para aprender a respetar a todos, no solo a los que se parecen a nosotros o hacen lo que solemos hacer nosotros mismos. De esas personas aprenderemos sin complicaciones que el esfuerzo cooperativo puede más que el gris deseo individual de éxito.

Estamos en el mismo barco, nuestra nave es este planeta peculiar, pletórico de vida y horror. Va siendo tiempo de aceptarnos como una empática tripulación que pretende evitar el hundimiento de nuestra casa en el mar de nuestros egoísmos, de nuestros hábitos más mezquinos. 

Ahora los dejo, qué ya me dio hambre recordar sabores, pero, en todo caso el pedido continúa siendo válido para otras facetas de mi vida: Combinado, por favor! 

Escrito por el Postdoctorado Peruano en el Laboratorio de Ciencias Ambientales y de la Vida en la Universidad de Nova Gorica de Eslovenia, Robert Bernedo