A una hermana imaginaria…

Varias veces en estos últimos años una idea me ha rondado en la cabeza:

¿Y si hubiera tenido una hermana?.

Vengo de una familia donde la única presencia femenina fue mi madre, los demás todos varones. Obviamente ésto justifica en cierto sentido que esta idea haya alimentado mi curiosidad durante estos últimos años. La presencia masculina predominante en mi familia me ha permitido contrastar mejor lo que ha significado la existencia de mi madre como única mujer en el núcleo familiar.

Los años de luchas para sobreponerse a las constantes dificultades y la persistencia en la búsqueda de un futuro más digno para todos nosotros me llevaron a la conclusión, no negociable, de que sin la presencia y fortaleza de mi madre estábamos simple y llanamente perdidos. Claro que esto no significa que mi padre y los demás no nos esforzamos para ayudar en estos empeños, pero también quiere decir que la presencia fundamental de mi madre la convirtió en la única persona que podía mudar definitivamente el rumbo de nuestras vidas.

Estas vivencias familiares me llevaron a preguntarme algo que me ha ocupado algunas horas de especulaciones. ¿Y si hubiera tenido una hermana?. Lo que pudo ser un simple juego mental fue convirtiéndose en algo que fue ganando espacio en mis pensamientos. La primera pregunta que siempre me hago:

¿ Serías feliz hermana mía?,

tal vez sí, pero definitivamente tendrías que conseguirlo a fuerza de enfrentar cotidianamente las taras históricas de nuestra compleja sociedad peruana y el machismo enraizado en el ideario de nuestros compatriotas, incluidas muchas mujeres.

Te tocaría luchar una constante y desgastante batalla para librarte de los cretinos que, en medio de una sociedad sexualmente reprimida y constantemente embrutecida, desearían menoscabar tu naturaleza maravillosa de mujer.

Tal vez te encontrarías con muchos perversos pregoneros de evidente extremismo religioso y agresivos “ciudadanos de bien”, todos con el único propósito de encerrarte en un rol de subalterna de las voluntades sociales predominantemente masculinas. Como si ésto no bastara, hermana, tendrías que escuchar estoicamente esos discursos perpetuadores de las desigualdades, esos anacrónicos palabreos exaltados con los cuáles algunos quieren convencernos de que no basta que seamos seres humanos para que merezcamos respeto.

No soportarías todas esas peroratas sexistas de los que se sentirían con derecho de decirte como deberías vivir, vestirte, salir, hablar y un largo desagradable etc, etc,…

Tal vez algunos te condenarían tus minifaldas o que viajes sola, o que llegues a determinada edad sin querer tener un hijo, o por negarte a aceptar cualquier idiota “buen partido” como pareja, o que hubieras aprendido a estar sola sin sentirte menos que nadie, o simplemente que no repitas sus misóginos discursos de odio e intolerancia.

¿Cuántos brutos inquisidores de las vidas ajenas hubieras tenido que enfrentar cada día? ¿De cuántos de ellos que no aceptan que te entrometas en sus vidas, pero que no paran en su tentativa enfermiza de querer moldear las vidas de los demás, hubieras tenido que librarte?

Pues, querida hermana imaginaria, déjame decirte que nada, incluyendo las más profundas creencias espirituales o tradiciones ancestrales, justifica la mutilación de los derechos de los otros a una vida plena. Pues allí vas hermana, caminando por las calles de mi ciudad, soportando los comentarios que quieren ser seductores pero solo constituyen la más vulgar expresión de un machismo retorcido.

Allí vas, junto con las otras hermanas reales que no han desistido en su empeño de conseguir lo que nuestra sociedad les ha robado generación tras generación.

¿Te puedo decir algo como hermano?, nunca dejes que la ignorancia de los demás te joda la felicidad, no dejes que te convenzan de que las cosas están bien, pues no lo están, no dejes que te conviertan en un ser dócil y sin mayores expectativas, que ningún discurso te domestique o apague la luz de tu condición humana, que no te roben tu derecho legítimo a ser de la forma que se te venga en gana.

Pero no todo está perdido hermana, te imagino riéndote de todos esos seres grises, siendo de la forma que más te hace feliz, inquebrantable, libre y hermosa, como tantas otras hermanas reales que continúan sus vidas repartiendo amor, fuerza y luz en estos tiempos de sobresaltos.

Ahora este hermano hipotético vuelve al mundo real, sí, ese mismo que duele y deslumbra, a esa vida que, como decía el viejo Aute, es un ejercicio de gozo y dolor. Pues, buenas noches y hasta pronto.


Nuevamente tenemos el gran placer de compartir un texto escrito por Robert Alvin Bernedo Navarro. Robert es un Peruano, Doctor en Biología Funcional y Molecular e investigador post-doctoral en el Instituto de Biología de la Universidade Estadual de Campinas (UNICAMP) – SP- Brasil.