Aquel día de mayo me desperté muy temprano, aunque sabía que igual el tiempo me sería insuficiente. Despertar luego de dormir solo 5 horas aún así estaba entusiasmada de iniciar el primer taller para el cual llevábamos preparándonos más de 60 días.
60 días atrás yo era un médico común y corriente, yendo de un trabajo a otro, apretando mis horarios para alcanzar tener algo de tiempo de calidad para mi pequeño hijo de 3 años. Ocasionalmente soltaba mis ideas feministas y de liberación a través de facebook, y cuando podía conversaba con otras amigas, mujeres y profesionales sobre la necesidad de que las chicas sean motivadas a estudiar y a emular mejores ejemplos femeninos que rompan los esquemas habituales de sumisión. Trataba de encontrar tiempo para continuar con la lectura de mis autores favoritos (Stephen King, Agatha Christi, Emilio Salgari) y poder ser una mujer que ama su carrera y su hijo, pero que siente que le falta algo para completar sus objetivos en la vida.
60 días atrás compartí un escrito acerca de las injusticias laborales que viví durante mi embarazo haciendo un paralelo con las injustas e insuficientes leyes laborales en el Perú para todas las madres trabajadoras, haciendo un llamado a la reflexión de cuanto necesitamos hacer por nosotras mismas y porque las generaciones futuras no deban elegir entre ser madres o profesionales, sino que sean objetivos compatibles y de libre elección.
60 dias atrás un amiga, a quien no veo hace mucho tiempo, publico en su cuenta de Facebook que deseaba formar un colectivo de mujeres y hacer algo para empoderar adolescentes e invito a que las personas se unieran a ella voluntariamente. Bueno, me uní. Luego de un par de mensajes a través de su cuenta quede integrada a su proyecto.
Resultó que coincidimos en muchas ideas y en muchas risas, y en la visión que teníamos de que se necesita para estimular a otras chicas a salir adelante, a desear una carrera, a esforzarse y apasionarse por una meta. Ella, mi amiga, llamada Clarissa diseño un taller bajo la consigna
“Nadie puede ser lo que no conoce”
Esto significa que si lo único que una adolescente conoce y ve a su alrededor es que las mujeres son naturalmente sumisas, y que el futuro de cada mujer es naturalmente convertirse en madre, esposa y luego abuela, y solo eso; ¿de donde podría inspirarse para desear ser un día una mujer empresaria, una mujer cirujano o una mujer investigadora?, si en su mundo las mujeres solo siguen naturalmente una línea.
Y ahí estaba yo, despierta aún con sueño en mi casa un día de mayo del 2016 a las 6 am, preparando 20 desayunos de pan con delicioso queso de la sierra, terminando de empacar unos banners en el auto, asegurándome que llevaba el cargador de mi laptop, preparando el desayuno a mi aun dormido hijo y practicando mentalmente lo que iba a decir, que mas o menos empezaba así:
“Hola chicas, soy Enma Marín, tengo 32 años me crie en un lugar bastante cercano a donde queda vuestra escuela, no me criaron mis padres pues aun eran estudiantes, me criaron mis tías y mis tíos, y estoy aquí para ….”
A las 7 a.m. llego Jacqueline Meza, enfermera, compañera de trabajo y una de las personas más bondadosas y trabajadoras que he conocido en mi vida. Días antes me pidió por favor acompañarme a esta charla en calidad de observadora y que a cambio ayudaría en todo lo posible. Yo acepte encantada, conocedora también de que la vida de Jacqui había sido siempre destacada por esfuerzo y perseverancia y por una continua negación a darse por vencida ante cualquier obstáculo. Jacqui me sorprendió, como siempre, pues se había pasado toda la noche preparando paletas de chocolate rellenas de maní fresco, que había envuelto en papel rosa con forma de corazón. “Para endulzar el día a las chicas”, me dijo. Yo solo atiné a sonreír atiborrada del gran detalle de Jacqui para unas totales desconocidas.
¿Pero acaso no íbamos todas a tratar de cambiar en algo el mundo para “unas totales desconocidas”? Durante 60 días habíamos mantenido conversaciones vía Skype, Facebook, Whatsapp y correo electrónico, 5 “totales desconocidas”: Clarissa Rios, directora del proyecto, radicada en Australia, de profesión bióloga molecular. Mariella Quispe y Blanca Flores, ambas radicadas en Lima (Perú), la primera bióloga y la segunda ingeniera acuícola, quienes se unieron al Proyecto a través de Facebook de Clarissa. Yo, ex compañera de colegio de Clarissa, radicada en Huacho (provincia de Lima), profesión medico. Y Carmen Rojas, mamá de Clarissa, quien vive también en Huacho, catedrática universitaria.
Viendo esta lista es fácil decir que fue Clarissa nuestro eje común y nuestro coreógrafo para esta presentación. 12 horas antes de que el taller empiece, las 4 implicadas en el proyecto nos habíamos conocido por primera vez personalmente (Clarissa estaba en Australia) y entre risas, bromas y elaboración de listas y cuadros (pues toda mujer dedicada a ciencias hace listas para evitar que se le olviden detalles, por supuesto) coincidimos en que nos parecíamos lo suficiente como para apoyarnos, complementarnos y empezar no solo el primer taller , sino una bonita amistad.
Primera Reunión «presencial» del equipo. 12 horas antes de iniciar el taller.
El día había llegado y luego de meter todo en mi auto llegué al colegio Luis F. Xammar donde nos encontraríamos con 20 chicas de 15 años quienes conformarían el primer grupo al cual llevaríamos nuestro entusiasmo, ideas, historias y todo lo útil que pudiéramos compartir en relación a crecimiento personal, profesional y claro sobre prevención de violencia de género.
Encontrarnos en un aula de este inmenso colegio con 20 rostros que se notaban ávidos de interés y de curiosidad fue emocionante pero a la vez avivo mis nervios, ¿Qué les puedo decir a estas chicas antes de que empiecen a bostezar de aburrimiento? ¿Qué necesitan saber del mundo que aún no sepan? ¿Si me preguntan algo y me quedo en blanco?, me hacía estas y mil preguntas. Creo que Mariella y Blanca se hacían las mismas preguntas, la mañana del taller hablaban poco entre ellas, reían poco (en comparación a nuestras conversaciones habituales por Skype) y revisaban sus listas una y otra vez; yo no dejaba de contar los panes que repartiríamos en el break.
Cuando Mariella abrió la charla dando la bienvenida, con voz jovial y decidida, y transmitimos el video que había mandado Clarissa dando la bienvenida y agradeciendo a todas por su asistencia, respire hondo y me dije:
“si sólo una de estas veinte chicas sale pensando en grande o hace sus sueños más grandes, o el día que alguien quiera delimitar su futuro a simples puestos sumisos es capaz de pararse delante con un no rotundo o con una carcajada estridente que represente rebeldía, todo habrá valido la pena”
Y así empezó y continuó la experiencia “in vivo” de capacitar chicas, hablarles sobre enfermedades de transmisión sexual y como prevenirlas, consecuencias del embarazo adolescente, reconocer la violencia de género, como reconocer parejas toxicas, reconocer aquellos “piropos molestos” que les dan en las calles como una forma de acoso y violencia de género y que juntas son más fuertes que individualmente.
Les contamos también, desde nuestra experiencia personal, que se necesita para lograr tus metas: Perseverar.
Les narré con cuantos comentarios sexistas me había encontrado durante mi educación en la Facultad de Medicina, y las hice reír, porque cuando encuentras esa clase de comentarios lo mejor es convertirlos en bromas y seguir adelante.
Mariella en acción
Mariella les habló de su padre, quien había sido medico y que mientras ella aún estaba estudiando, él partió al cielo de los grandes hombres. Esto no la amilano, sino que con perseverancia, decisión y con una meta clara, siguió adelante.
Blanca les hablo de todos los cursos que ha llevado, creo que no me alcanzarían 2 vidas para estudiar todo lo que ha estudiado Blanca, pero les dejo clara la idea: yo pude, ustedes pueden!
Carmen exponiendo
Carmen me hizo llorar y llego al corazón de las niñas, les habló de 3 generaciones de su familia, partiendo de un abuelo que venía de la sierra que no pudo estudiar, un padre que asistió solo a la escuela primaria y ella que logró llegar a la Universidad, y como cada generación puede mejorar el logro de la generación anterior.
Fue emocionante y poderoso.
Las chicas nos contaron de las veces en que se sintieron intimidadas por varones, en las calles en sus propias casas, de las veces que se han defendido valientemente de algún acosador en la puerta de su colegio, como se han cuidado entre ellas, y compartimos e intercambiamos ideas de cómo cuidarse mutuamente y denunciar estos hechos. Nos contaron de sus sueños (hermosos y más grandes de los que imaginé), de las profesiones que deseaban seguir, de sus cursos y materias favoritas. Preguntaron tanto que nos dejaron con la garganta seca de dar respuestas.
Ese día de mayo, no sé aún si habremos cambiado una vida, pero que digo…. Si cambiamos una vida! Cambiamos la mía, porque estoy ahora más decidida que nunca en que el camino para la equidad de género es empoderar chicas, y que es cierto, nadie puede aspirar a lo que no conoce. Que los conocimientos y experiencas que podemos trasmitir a traves de narrar anécdotas y experiencias puede ayudar a otros a seguir un camino diferente y quizá un camino más facil, como alguna vez escuché
«Nadie estaba seguro de que se podría llegar a la luna, hasta que llegamos a ella»
Mi voz cambió desde ese día, no se hizo ni más aguda ni más grave, pero cambió al saber que lo que es capaz de trasmitir puede mover a una persona en su realidad (o al menos intentarlo).
Yo no conocía sobre como compartir mis experiencias ni para que serviría hacerlo, ahora lo sé, y es lo que quiero seguir haciendo.
Mentoras, chicas del colegio, psicóloga del colegio y el equipo de grabación, al término de la charla.