¡Hola! Soy Rosa Calderón, 25 añitos, trujillana de nacimiento, cajamarquina de corazón, Químico Farmacéutico de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (Lima) y desde hace algunos meses, estudiante de maestría en Farmacotecnia y Biofarmacia en la Universidad Paris-Saclay (Paris).
Aquí les cuento un poco de cómo después de haber vivido en tres diferentes partes de mi hermoso Perú, decidí salir de mi zona de confort (una vez más) y venir a Paris.
De pequeña, mi juego preferido (y el que me valió algunas llamadas de atención) era poner en agua cualquier cápsula que encontrase e ir midiéndola hasta que explote. Estaba fascinada por cómo se podían hacer esas cosas, de tantos colores, tamaños y, sobre todo, cómo es que podían acabar con una enfermedad.
Por otro lado, quería saber tanto como mi mamá, también Químico Farmacéutico, y quien me dejaba boquiabierta cada vez que me explicaba por qué salía “espuma” mientras me echaba agua oxigenada en una herida o porque no debía tomar mis antibióticos con leche.
Así que, años después, en mi último año de colegio, en esa etapa donde todos te bombardean con la pregunta de “¿Qué quieres estudiar?”, yo la tenía fija: Farmacia y Bioquímica.
Pequeño problema: la gente tenía la concepción de que para esta carrera “no había mucho futuro en el Perú” e iba a terminar “vendiendo medicamentos en una Botica” (sí, ni siquera una Farmacia).
Mi propia mamá no estaba convencida de que me convierta en su colega. Así que para tener mejores argumentos cada vez que decía que quería estudiar Farmacia, empecé a investigar más sobre la carrera, el resultado: me enamoraba cada vez más y encontraba más razones por las que esa era LA carrera para mí.
Ahora, primer reto para lograrlo: tenía que dejar Cajamarca. Tuve la suerte de llegar a Lima con una muy buena base en química, biología e inglés, que me sirvieron de mucho en los primeros años de la universidad. Gracias a ello, durante el tercer año, postulé al fondo de movilidad estudiantil y pude pasar dos meses como parte del equipo de investigación en Tecnología Farmacéutica de la Universidad Complutense de Madrid.
Ahí conocí sobre la nanotecnología aplicada a la liberación de fármacos y desde entonces se convirtió en el amor de mi vida. Claro que, en Perú, no tenía donde formarme en eso y desde mi tercer año empecé a buscar universidades que ofrezcan una maestría en el tema.
Madrid era una opción, pero con lo masoquista que soy, quise un reto más. Ví que uno de los grupos de investigación más reconocidos en el tema era el “Institut Galien” de París, y que podía acceder a él mediante el doctorado en “Farmacotecnia y Fisicoquímica Farmacéutica”. Pero, para ello, debía seguir la maestría en Biofarmacia y Farmacotecnia de la Universidad Paris-Sud (Paris-Saclay). Recuerdo pasarme horas revisando los temas de investigación del instituto e imaginándome a mí trabajando en ellos.
Cuando digo masoquista es porque, teniendo la oportunidad de ir a España, habiendo sacado el diploma del bachillerato bilingüe en inglés, me vengo a enamorar de una maestría dictada en francés.
A pesar de haber empezado a estudiar el francés en el colegio y haber estado una vez de intercambio en Francia, mi nivel no era el óptimo como para estudiar en ese idioma. Así que estando a puertas de terminar la carrera, mis prioridades en la vida eran: 1) terminar el francés, 2) ingresar a la maestría, 3) conseguir una beca, 4) irme.
El año siguiente al haber acabado la universidad, me lo pasé entre MaCTec, la tesis para sacar el título en Perú, el trabajo, y mis infinitas búsquedas de becas.
Tenía tres becas en la mira: la beca Presidente de la Républica del Pronabec, la Beca de Excelencia Eiffel, y la Beca Internacional Paris-Saclay.
Decidí guardar la beca del Pronabec para el final, pues mi objetivo era (y sigue siendo) tener un doctorado. Pero, al beneficiarme de esa beca, estaba obligada a regresar al Perú a penas termine la maestría, lo cual me impedía “encadenar” inmediatamente el doctorado. Por otro lado, la Beca de Excelencia Eiffel, está más orientada a ingenierías. Mi postgrado, por dictarse en una facultad de Farmacia, estaba considerado dentro de Ciencias de la Salud. Aún así, decidí jugármela. Había revisado las bases y pensé que tal vez podría “maquillar” mi maestría como una ingeniería. De todos modos, el que “no arriesga, no gana”, y era una de mis cartas a jugar.
La Beca Internacional Paris-Saclay , por otro lado, era perfecta para mí: está orientada a estudiantes extranjeros que quieran estudiar en Francia, sobre todo aquellos que quieran cursar un doctorado. ¡Esta era mi beca fuerte!
Ahora, primer paso: conseguir que me acepten en la maestría.
Para las 3 becas, la postulación se hacía una vez conseguida la carta de aceptación al programa. Pero, mientras para la beca del Pronabec, es el mismo estudiante quien hace la aplicación, para las becas de Excelencia Eiffel y la de Paris-Saclay, son los directores del programa de maestría quienes te presentan como candidato a la beca.
Así que, ¡manos a la obra! Había que convencer a los directores que era LA candidata y que valía la pena que me tengan en su maestría. No iba a ser fácil, tenía que hacer todo esto estando al otro lado del mundo. Así, que un correo electrónico iba a ser mi “caballito de Troya”.
¿Qué debía poner?…decidí incluir mi CV, una carta de motivación, mi certificación de inglés y la de francés. Para ese tiempo ya había acabado el francés (incluso me había metido a un curso extra de perfeccionamiento) así, que el requisito de la buena redacción, lo manejaba (pero igual, pedí que dos profesores revisen mis cartas antes de enviarlas).
El cuerpo del correo que envié, no debía ser muy largo, pero si claro y conciso, para quien lo leyera tenga interés en abrir los otros 4 documentos que adjuntaba y no se vea tentado a presionar “eliminar” antes de terminar de leerlo (de todo lo que escribí, este fue el que corregí y releí más veces).
Recuerdo enviar el correo a las 6 am hora Perú … diciéndome a mí misma: “no esperes que te respondan rápido, deben tener muchas cosas más importantes que hacer”. Camino al laboratorio en UPCH, mientras la combi estaba atascada por el tráfico al frente del mercado de Caquetá, recibí una respuesta al correo. Habiendo sido testigo de muchos robos por la zona, sabía que no era prudente sacar el celular…pero ¡ME MORÍA DE NERVIOS!
Llegué al laboratorio, para conectarme a internet y abrir el correo: “Gracias por su interés en nuestro programa. ¿Estaría de acuerdo en una entrevista por Skype para mañana a las 6pm hora Paris?” …¡¡Casi me caigo!! Me provocaba responder: “¡Obvio que estoy dispuesta! ¡A la hora que ustedes deseen!” Pero no, respondí agradeciéndoles por su respuesta, dándoles mi usuario de Skype.
El día de la entrevista, me temblaban las manos (felizmente era por Skype y solo veían mi cabeza). Empezaron preguntándome sobre cosas de mi CV, sobre todo lo relacionado a mi pasantía en Madrid (de ahí lo importante de resaltar en tu CV, cosas con referencia a los objetivos del programa o laboratorio al que se postula). Después me dijeron: “¿Puedes mostrarnos el esquema de una emulsión agua en aceite?” (mis colegas entenderán estos términos). Cogí una hoja de papel, y tuve que dibujar este esquema…..que solo era el primero de otros cinco. A pesar de lo tensa que estaba, el conocer las respuestas a las preguntas que hacían, me hacía sentir confiada. Claro que en francés no tenía toodooo el vocabulario técnico que hacía falta, pero en estos casos el “parafraseo” es útil.
Y así, ya era media hora de entrevista, hasta que: BOOM! : “Would you like to pursue a PhD?”…así es, la entrevista en francés cambio a modo inglés. Me tomaron por sorpresa, y cuando no es tu lengua materna, es un poco difícil cambiar el switch tan rápido. Como parte de mi preparación para el examen oral de francés, había tomado la costumbre de ante situaciones como estas, tomarme 10 segundos para respirar y empezar bien y claramente una oración. Creo que este tip funcionó, y terminamos la entrevista en inglés. Me dijeron que les envié cartas de recomendación y un documento haciendo constar mi ponderado y puesto final durante la universidad. Que en las siguientes semanas me darían una respuesta.
Las dos becas a las que necesitaba que me presenten (Eiffel y Paris-Saclay) son becas de excelencia, es decir, para estudiantes con buen rendimiento y era lógico que las coordinadoras quisieran asegurarse que era mi caso.
Después de una semana de correteos entre la universidad y con los traductores para conseguir los documentos pedidos (sin duda hubiese sido útil poder prever esto con mayor anticipación) y conseguir cartas de recomendación (no solo de parte académica, también incluí una del presidente de MaCTec) conseguí enviar los documentos. En menos de una semana me respondían aceptándome a la maestría y presentarme a las dos becas.
Justo por esos días, también recibí la aceptación de un laboratorio en Francia (no en París, sino en Lille) para hacer prácticas, gracias a una media beca. Quizás haya otra oportunidad de contarles sobre esto, pero en resumen eso implicaba que tenía unas cuantas semanas para poder hacer todos los papeleos necesarios, y que, de todas maneras tendría que terminar con el proceso desde Francia. Una vez más, tuve que correr para sacar algunos papeles…Insisto, es súper importante prever esto, sobre todo si se necesitan traducciones. Es mejor que nos sobre tiempo, pues como dice la Ley de Murphy: “Si algo puede salir mal, probablemente va a salir mal”.
Empezamos con la postulación a la Beca Eiffel, pues el deadline era más próximo. A pesar de todo el esfuerzo, no conseguí la beca. Era consciente la orientación de esta beca más hacia las carreras de ingeniería, y el riesgo que corría al estar postulando a una maestría dentro del área de Ciencias de la Salud. Sin embargo, no podía evitar sentir un poquito de frustración. Hasta lloré, porque de todas maneras significaba una oportunidad menos.
Pero dentro de todo, lo que me levantó los ánimos, fue un correo de las mismas coordinadoras de la maestría, traducción literal: “El no de esta beca, no define la calidad de profesional que eres. Nos queda aún la beca Paris-Saclay. Hay que prepararnos bien”
Y así lo hicimos. El proceso fue más fácil, pues la mayoría de documentos que requerían, también me los habían solicitado para la beca Eiffel, así que ya los tenía traducidos y todo. El tiempo ganado, lo pude invertir en “pulir” la candidatura.
Una etapa clave dentro de esta era proporcionar el correo de dos referentes que pudieran llenar un formulario en línea (en inglés), en un plazo de 8 días. Si no lo hacían en este tiempo, mi candidatura quedaba automáticamente anulada.
Dentro de las personas a las que podía pedir apoyo, necesitaba dos cosas: qué me conozcan lo suficiente como para poder dar fe de mis habilidades y que lo puedan hacer en inglés. Contacté a mi asesora de tesis en Perú, quien súper pilas (y efectiva como solo ella es), llenó todo rapidísimo. Mi segundo referente, era sin lugar a dudas la jefe del laboratorio en el que estuve en Madrid.
Pasaron dos días, y no recibía notificación de que mi segundo referente haya llenado el formulario. ¡¡Empecé a entrar en crisis!!
Traté de contactarme con ella por correo, pero nada; así que llamé a la universidad, y estaban de vacaciones por dos semanas. Si esperaba a que regrese, no iba a estar dentro del plazo. ¡Pero no me iba a quedar inmóvil!
Si hay algo que sirve SIEMPRE son los contactos (el “networking” como dice mi papá). Luego de mi pasantía en Madrid, había seguido en contacto no solo con la jefe del laboratorio, sino con parte de su equipo de investigación. Les escribí por correo y toda red social que pude. Sabía que era poco probable que me den su celular, pero al menos quería que alguien le pueda avisar que tenía que revisar su correo y completar el formulario.
De la experiencia que he tenido en Europa, sé que aquí respetan sagradamente sus vacaciones. Ni siquiera abren correos, lo que está bien, pero en el caso de tener una fecha límite (como yo) eso juega totalmente en contra. Insisto una vez más, cuanto mejor estemos al tanto de los tiempos, mejor.
Tras mover mar y tierra, mi referente pudo llenar el formulario, y así, quedaba lista mi candidatura. Solo quedaba esperar.
Los resultados los daban en mayo. Mientras tanto, yo acabé mis prácticas y regresé a Lima a trabajar. Llegó la fecha, y los resultados no salían.
Una de las cosas que me animaba a venir a Francia era que la educación no es cara. Así que pensaba “en el peor de los casos (mi plan Z, le llamaba) podría trabajar y ahorrar unos cuantos años para luego venir por la maestría”.
Hasta que el día menos esperado de junio llegó la respuesta: ¡me daban la beca! Tenía dos meses para preparar todo, pues empezaba clases el 12 de septiembre. Eso incluía renunciar al trabajo en el que ya me sentía muy a gusto y, despedirme de mi familia.
Es inevitable no sentir miedo, pues estaba dejando todo para ir por mi sueño. Estaba emocionada, pero también un poco ansiosa por saber qué me esperaba.
Creo que el haber vivido lejos de casa durante la universidad y haber estado ya fuera del país, me ayudó a adaptarme más rápido. A parte, conocía algunas personas en la universidad, que me orientaron en los primeros días.
¡El inicio!
Ahora ya a 6 meses de haber empezado esta aventura, puedo decir que estoy feliz. Aprendiendo sobre lo que quería y ya a menos de un mes de empezar prácticas en el Institut Galien (ese con el que tanto soñaba).
A parte, he conocido gente de todas partes del mundo y admito que muchísimos prejuicios, se han ido cayendo poco a poco.
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El trabajo académico es fuerte, noches de estudio, presentaciones, etc. Pero el tiempo queda corto cuando te das cuenta de lo muchísimo que aún hay por aprender, investigar y más aún, cuando aprendes algo y ves que podrías aplicarlo en el Perú. De hecho, ese es el objetivo por el que quiero obtener el doctorado. Quiero aportar para el desarrollo de la Tecnología Farmacéutica en el Perú. Que un futuro, algún chico o chica interesado en esta área, encuentre un lugar donde participar de un proyecto, o hacer su tesis de pregrado.
Quiero contribuir con un granito de arena a cambiar esa percepción con la que yo me choqué hace unos años a cerca del Químico Farmacéutico solo como alguien encargado de solo vender medicamentos.
Si algo he aprendido, que hay que trabajar duro, no hay de otra. Espero que unos años, pueda escribirles contándoles cómo me va en mi doctorado.
Mientras tanto, no me despido sin antes resaltar algunos puntos que considero importantísimos por si alguien quiere aplicar a la Beca Paris-Saclay:
- Informarse sobre la maestría que les guste y sus requisitos (hay algunas maestrías para las que el francés no es un requisito, pues se dictan en inglés) :
Toda la oferta disponible aquí.
- Leer bien los criterios de selección y adecuar la candidatura a ellos.
- Tener muy en cuenta las fechas límite: ¡más vale tener todo antes, que tenerlo fuera de fecha!
- En el caso que sea una maestría de ciencias (como la mía), informarse sobre los trabajos y todo lo que puedan sobre el equipo de investigación en el que quisieran trabajar.
- Adecuar su carta de motivación y CV con los objetivos de la maestría, pero resaltando aquello que los hace especiales (experiencia profesional, pasantías, etc)
- En las redacciones, sean breves, pero efectivos. Pidan que por lo menos alguien se las revise antes de enviarlas.
PD. recuerden: lo mejor, está ahí donde nos atrevemos.
Un abrazo enorme!