Coronavirus: ¿Quiénes seremos esta vez?

Mientras las noticias sobre el coronavirus han devorado todos los espacios, en este exacto momento en que la situación parece surreal, me pregunto (en plural): ¿Quiénes seremos esta vez? Los últimos días hemos sido testigos de cómo algo que parece un problema tan distante, ese “virus que está matando a los chinos”, se ha convertido en una amenaza real para cada uno de nosotros. Pasamos de la indiferencia y la sorna al miedo, a la temible revelación de que es algo que podría afectarnos directamente en cualquier instante. Las consecuencias de una pandemia como ésta que estamos atravesando nos trajo el pánico, ese desenterrador de las condiciones humanas, que vino a revelarnos quienes queremos ser esta vez.

Vayamos por partes, ¿alguna vez nos hemos preguntado cuánto nos importan realmente las otras personas? ¿somos capaces de expresar nuestra empatía más allá de nuestro círculo de amigos y familiares? ¿Realmente nos importan los “otros”, esos seres humanos que no conocemos y que no pocas veces ignoramos?. Continuemos, ¿realmente hemos sido capaces de entender la real dimensión de lo que sucede? ¿conseguimos entender que si no colaboramos todos entonces estamos literalmente jodidos?.

La pandemia del coronavirus, además de las trágicas consecuencias económicas, las muertes y el miedo global que ha generado, nos ha traído una imagen explícita de nuestras miserias morales como seres humanos.

En mi país la ignorancia se ha sentido más que nunca, sus secuelas se sienten a cada instante, desde los memes que banalizan la tristeza de los más afectados, hasta la aparición de los oportunistas de ocasión con sus peroratas xenófobas, pseudo científicas y miserables. También se ha sentido el desprecio que muchos tienen por los demás, pues las medidas de contención sanitaria no son un capricho, la cuarentena no es un delirio, y el hecho de que a ti no te importen en lo mínimo esas medidas de protección comunitaria, o que tú no te vayas a morir por el CoVid19, no significa que no puedas agravar la situación. Cada uno de nosotros puede transmitir el virus a personas vulnerables, no se trata de que tú no te contagies, también se trata de que no contagies a alguien más con tu conducta irresponsable. No hagas lo que criticarías en otra persona si fueras tú el contagiado.

Sigamos, hablemos de empatía, ¿para qué sirve?, pues para que seas capaz de reflejarte en los otros, para que veas a los demás como personas que merecen todo lo bueno que tú también mereces, para que puedas ayudar no porque vas a ganar algo en recompensa, sino porque ayudar es mejor que orar, que ser indiferente, porque ayudar te hace alguien mejor y de eso se trata, de ser mejores.

Cuando vayas al supermercado no seas el que compra más de lo que necesita sin pensar que otras personas también precisarán de esos mismos productos, todos tenemos el derecho de estar bien, no dejes que el egoísmo te gobierne por causa del pánico. No seas el que comparte información que banaliza la situación ya que es algo doloroso para muchísimas personas.

Por el contrario, sé la que construye, el que alegra a los otros de forma sensata, sé la que agradece con sencillez por tener el privilegio de tener un jabón con qué lavarse las manos, el privilegio de tener una casa, un empleo, en un país con millones que no tienen ni jabón ni atención médica, ni información adecuada y oportuna en su propio idioma nativo, sea en quechua o en otras lenguas que no por ser minoritarias son menos importantes, házlo también por todos aquellos que están bajo la interminable “cuarentena” de la miseria, de muchas otras enfermedades, del racismo, de la marginalización constante, del abandono secular por el estado.

Agradece tu condición privilegiada ayudando, siendo lo suficientemente empático y humilde para no sentir que puedes quebrar las reglas que te protegerán a ti mismo. No seal mal agradecido, porque detrás de tu condición de saludable, y ojalá que lo estés, están personas trabajando incansablemente para que tú puedas estar seguro en casa.

Agradece que hay enfermeros, médicos, científicos, trabajadores en los supermercados, agricultores, divulgadores de información veraz, personas de múltiples ocupaciones y procedencias que están dándolo todo, aún poniendo en riesgo sus propias vidas, para que tú puedas sentarte en casa a esperar a que la situación mejore.

¿Te aburriste de estar en tu casa?, pues paciencia, emplea tu tiempo en algo constructivo y que te ayude a crecer, aprovecha si estás junto a tus hijos, a tus padres, a tus seres queridos. Ayuda, aunque no creas que tu ayuda sea importante, pues ciertamente lo será. También tenemos la oportunidad de aprender de los errores y aciertos de los demás países del mundo. Aprovechemos para aprender juntos y hacerlo mejor esta vez.

Mejor que lo pensemos ahora, porque no nos acecha sólo el coronavirus, aparte de eso tenemos muchos problemas serios que tienen menos visibilidad que esta pandemia y por las cuáles deberíamos preocuparnos también hace mucho tiempo. Pero la actitud es la misma: ¡ayuda y sé humilde siempre que sea posible!, ¡ayuda!, alegra el corazón y es necesario para subvertir esta situación en la cuál tú y yo no somos los que la pasan peor. Comparte tu lado mejor.

¿Quién quieres ser esta vez?     

por Robert Bernedo

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