La Corrupción y Yo

Se ha hablado de corrupción, mucho, pero se sabe poco. Años de intentos entre objetivos, metas, planes, “soluciones rápidas” han hecho del Perú (y tal vez de más países latinoamericanos), un botín que permite hacer riqueza a través de la práctica ilegal.

Existe un pensamiento común entre todo los/as peruanos/as, asociamos la política al robo y al entramado criminal que se ha enraizado en las esferas centrales de nuestro país.

Enarbola dentro de nosotros/as la decepción, desconfianza, rabia, indignación incluso rencor, porque, efectivamente hay desvergüenza para saquear al país y su lucha contra este sistema es un asunto pendiente desde hace más de 250 años. Un legado que parece volver en cada gobierno como un problema cada vez más presente, formando así generaciones de redes corruptas y quizás esa “lucha contra la corrupción” resulte ser una bandera que se iza en pleno juego de las elecciones, donde los compromisos fuertes y claros solo responden a la fiebre de las campañas y una vez en el poder todo se ajusta según los intereses propios.

Pero también ayer, al igual que hoy, ciudadanos/as valientes alzaron su voz, una voz en el desierto pero que sus ecos se replican hasta estos días y nos contagian a nosotros/as, los/as jóvenes para salvar a nuestro país de los tentáculos poderosos de la corrupción que va cubriendo desde las alcaldías distritales más recónditas hasta el palacio de gobierno, desde lo lejano hasta nuestra cotidianidad. Lo preocupante es que la corrupción ha golpeado duro a nuestros países, con diferentes consecuencias según el medio histórico, pero en todos ha frenado el desarrollo y crecimiento de nuestro país dejando sin salud, educación y alimentación a millones de peruanos/as.

¡Cómo duele la corrupción a 4000 msnm!, Cómo duele cuando la pobreza desespera, cómo duele que los países más corruptos sean los más pobres, y como diría Aponte “Todo corre fundado en el interés y los que tienen pueden y los pobres mueren”, así pinta Perú.

finger-924109_1920La corrupción nos afecta a todos/as, pero a nadie duele tanto como aquellos que son más vulnerables ante ella, a los/as que viven desamparados en la pobreza. Muchos no nos hallamos reflejados en este tema y usualmente tendemos a responsabilizar a otros/as de nuestro destino, pero veamos a la corrupción desde un sentido más amplio e “inclusivo”.

Se ha dicho mucho de la corrupción desde el gobierno pero muy poco de la corrupción nuestra, la del ciudadano de a pie, que aunque en cuentas monetarias no se trata evidentemente de millones, pero son acciones que al fin y al cabo no respetan la ley. En suma, por silencio o práctica somos culpables todos/as. Nosotros/as no somos ajenos/as a la corrupción, pues hemos crecido en una cultura que ensalza las prácticas deshonestas y las disfraza de “viveza”, “astucia”.

buy-me-a-coffee-2067462_1920Y así, en nuestro país, es fácil volverse un/a corrupto/a, lo hemos venido practicando a menudo desde pequeños. Bien se dice que el mal ejemplo es más fácil y atractivo de seguir que las virtudes y la rectitud.

Toleramos las conductas anti-éticas perdiendo nuestra fuerza moral y conciencia de honestidad que todos/as en algún momento tuvimos o creímos tener.

Lo cierto es que hay muchas formas de hacer corrupción. Yo lo llamaría … la corrupción de ellos/as, los políticos. Aquellos/as que pueden tener cuentas bancarias millonarias, los/as que hacen pactos con empresas transnacionales, los/as de los privilegios, los/as que roban con impunidad junto a su red de complicidad. Y por otro lado, la corrupción nuestra, corrupción popular, la de los que quieren hacer de lo “fácil”, lo “rápido”, lo del “beneficio inmediato”, una forma de vida.

En efecto, andamos conviviendo con la corruptela y muchos/as no nos hemos dado cuenta. A modo de memoria colectiva voy a poner una experiencia reciente:

Ya que estamos entrando a las próximas elecciones municipales volví a escuchar en un transporte público la famosa frase peruana “roba, pero hace obra”, bastó para entender que seguimos siendo una sociedad civil débil que no es capaz de denunciar con firmeza cualquier acto de corrupción y que el hartazgo social difundido en redes finalmente no está dispuesta a destapar entresijos de gobierno.

Pero no es el único ejemplo que mi memoria asocia a corrupción, está también el “como es jefe”, la coima que elude alguna falta de tránsito, el no respetar “no estacionar”, invadir la ciclo vía para llegar más rápido, pasar en luz roja, contribuir a la piratería, buscar influencias para agilizar algún trámite, parquear el auto en lugares reservados para gente con discapacidad, incumplir contratos, impuestos no pagados, la obtención de artículos robados o falsificados, vender tu firma por una dádiva de campaña y un compromiso, etc.

En este contexto, Si uno de nosotros llegara al gobierno ¿Estamos preparados para rechazar millones de soles? Quizás se llega al poder ya corrupto, en ausencia de raíces éticas, pues actos simples alimentan la corrupción.

Sin embargo, como siempre, ante al pesimismo de la realidad habrá que oponer el optimismo de la voluntad, y a ello apelo salir del descontento para crear redes de confianza que supere lo individual pues el momento que ya no tendremos razones para creer en nuestra gente … en nosotros mismos … ahí, estaremos derrotados/as. Y Más allá de lo punitivo también está la prevención, haciendo de la legalidad una práctica rutinaria y reclamar frente a un acto infame poniendo nombre y apellido a quienes han llevado a nuestro país a un pantano hediondo de colapso institucional, financiero y moral.

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Finalmente, no dejemos que otros/as interpreten nuestra realidad. No entreguemos la gestión de la política, hagamos política … desde una ciudadanía responsable, libre y honesta.

Que el Perú ya no sea una oportunidad para la corrupción y que ya no estemos en tiempos donde todo se vende,

hasta nuestra dignidad.

 


Escrito por:

Nataly Briyit Huaman Cordova

Estudiante de Medicina Humana

Joven Embajadora del Perú

Voluntaria juvenil Kúrame

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