A propósito de las universidades peruanas…

Agradecemos nuevamente la participación del científico Robert Bernedo en nuestro blog. Gracias a sus artículos hemos podido al menos cuestionarnos el status quo de muchas de nuestras ideologías, comportamientos e incluso instituciones en nuestra sociedad. Hoy los invitamos a leer su artículo relacionado a la educación universitaria en el Perú. Nuestro objetivo no es que estés de acuerdo o en desacuerdo con el artículo, pero sí que se abra un ambiente de discussion y diálogo acerca de la educación universitaria en nuestros países latinoamericanos.


En estas últimas semanas he acompañado, con náusea, las noticias sobre un asunto extremamente crítico para el desarrollo de la educación en nuestro país, me refiero a los intentos de dejar sin efecto la moratoria que prohibía la apertura de nuevas universidades en territorio peruano por algunos años.

Al contrario de lo que podría esperarse de un gobierno mínimamente preocupado por la educación de la población, que no es el caso, hemos sido testigos de la proliferación inescrupulosa de negocios universitarios (soy reticente a considerarlos universidades), que han aprovechado el mar revuelto de nuestras miserias nacionales para lucrar de forma canalla con las aspiraciones de multitudes de jóvenes que han querido insertarse en la educación universitaria.

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Comencemos por mencionar que ni siquiera nuestras instituciones universitarias más prestigiosas tienen visibilidad internacional significativa cuando se trata de producción científica relevante, mucho menos nuestros exóticos remedos de universidades. Vivimos en un país donde inclusive instituciones universitarias tradicionales aún no están debidamente acreditadas en nuestro propio sistema universitario.

 

Toda nuestra historia secular de constante desprecio por la educación de calidad, elitización del acceso a la educación superior, miseria, violencia en todas sus manifestaciones, analfabetismo escolar y funcional gritante nos han dejado un escenario bastante sombrío.

La apertura de nuevas “universidades” no va a solucionar las deficiencias de nuestro sistema universitario, no se trata de falta de universidades pues hablamos de falta de calidad educativa, se trata de engaño, de asalto revestido de servicios académicos. En primer lugar sería necesario establecer un sistema educativo donde las reglas se respeten y a partir de allí continuar velando por la implementación rigurosa de estándares de calidad mínimamente aceptables en el ámbito internacional, para de esta manera velar por la educación que se imparte a los jóvenes universitarios en vez de dedicarse a resguardar los intereses de los lobistas educativos que han amasado grandes fortunas con los sueños de superación de tanta gente.

Pero no son solamente las instituciones privadas mediocres, que son muchas, las que constantemente han lucrado con este escenario sino también las instituciones del estado, mal llamadas de públicas, las cuáles han abierto espacio para el cobro ilegal de servicios educativos que deberían ser gratuitos, al menos en las instituciones estatales, para asegurar la inclusión de los millones de jóvenes que no pueden costearse los estudios universitarios. Es necesario levantar la voz para que no se imponga el engaño, el lucro sucio, la ignorancia por decreto.

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Sin instituciones educativas (laicas) de calidad vamos en dirección al abismo y nos perderemos en la celebración de pequeños logros que no cambiarán nuestra realidad a largo plazo. El número de universidades acreditadas hasta el momento en nuestro país no llega a 30, que haciendo un cálculo grosero da alrededor de una universidad por millón de habitantes, lo cual no es algo que celebrar, nos sobran los motivos no para alegrarnos sino para preocuparnos por lo que nos espera.

Usted decide estimado compatriota, si lo que quiere es educación para los jóvenes tal vez enviándolos a una de esas pseudo- universidades sólo consiga el efecto contrario: echar a perder los mejores años de sus vidas en instituciones que sólo les van a robar el dinero con la promesa de un título.

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